Apellidos. De acuerdo a la Real Academia Española
de la lengua, la mejor aceptación de
apellido es el nombre de familia con que se distinguen las personas.
La función
del apellido es servir de complemento al nombre de pila pare evitar confusiones,
ya que es evidente que la repetición de
los nombres de pila hizo necesario el uso de un Segundo nombre para distinguir
a individuos con el mismo nombre de bautizo.
La fijación de
los apellidos empieza con la difusión del uso de documentación legal y notarial
a partir de la Edad Media.
Los notarios y
escribanos medievales empezaron a tomar la costumbre de hacer constar, junto al
nombre de pila de los interesados, el nombre de su padre, su apodo o
sobrenombre, profesión, titulo o procedencia.
Inicialmente
solo se hallan documentados los casos de cargos eclesiásticos o de personajes
de la alta sociedad; posteriormente el uso de de documentos notariales o
parroquiales se extiende al resto de la población, lo que terminará reforzando
el uso de un distintivo que, añadido al nombre pila, acabaría por convertirse
en lo que hoy es el apellido hereditario.